El turismo sin reglas pone en riesgo a la Laguna de Los Tunjos

En el año 2019 ingresaron a esta laguna más de 21.000 visitantes. Foto: Unimedios.

El desbordado incremento en el número de personas que llegan hasta la Laguna de Los Tunjos, para conocer y disfrutar de este lugar ha puesto en grave riesgo a este ecosistema, ubicado en el páramo de Sumapaz, al suroriente de la capital del país.

El interés que despierta el lugar para los turistas que les gusta disfrutar de la naturaleza y el aire libre, ha generado una creciente oferta de empresas turísticas que prestan el servicio de transporte o acompañamiento a la laguna, guías por sendero y servicios de alimentación y salud.

Sin embargo, la mayoría de estas organizaciones son privadas y ajenas a la comunidad local, y no tienen un manejo adecuado del turismo en actividades como caminatas, las cuales no se desarrollan con la información previa recomendada ni con una correcta disposición de residuos.

Así lo asegura Paola Andrea Ruiz González, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional, quien tomando como caso de estudio esta laguna, evalúa el impacto ambiental de la actividad turística en la zona.

Dice que si bien en Colombia se adelantan evaluaciones del impacto ambiental como instrumento en procesos de licenciamiento para algunas actividades, el turismo no figura dentro de ellas por normatividad, por lo que no se tienen en cuenta los impactos ambientales que genera en diversos ecosistemas.

Cifras dicientes

Las cifras son contundentes. Mientras en 2015 se registraron 2.133 visitas por año a la laguna, uno de los cuerpos de agua más vitales para el Páramo de Sumapaz; cuatro años después, en 2019, ingresaron 21.482 personas a este lugar. Según la investigadora, esto se relaciona con la cercanía y fácil acceso al ecosistema desde Bogotá, lo que lo convierte en una alternativa viable de turismo para los residentes de la capital y de municipios aledaños.

“El problema es que, a pesar del aumento de visitas y la facilidad de acceso al ecosistema, este parque aún no cuenta con vocación ni infraestructura turística. No hay delimitación de los espacios exclusivos para la actividad y la gestión que realiza el personal del parque no es suficiente para controlar la cantidad de visitantes, lo que ocasiona afectaciones al medioambiente y a las comunidades locales”, detalla.

En recorridos de campo por la laguna, la investigadora identificó varios de los principales impactos ambientales, algunos con afectación directa y otros como consecuencia del masivo ingreso de visitantes.

Uno de ellos es la pérdida de suelo y la erosión, generada por las pisadas de quienes se movilizan por los diversos senderos, los cuales no cuentan con la infraestructura adecuada, como tampoco una buena disposición de residuos.

Ante esto, la magíster propone zonificar las áreas de turismo, que planteen a dónde van a ir los senderos, además de adecuar una infraestructura liviana para evitar afectación directa del suelo.

Otro impacto está relacionado con la disminución de cobertura vegetal, que se evidencia especialmente en actividades como caminatas y extracción de frailejones (Espeletia), una especie que es clave en en esta zona de páramo.

También se presenta una perturbación del hábitat y el desplazamiento de la fauna de la zona, especialmente, de aquellas con mayor amenaza. Ante esto, la investigadora recomienda realizar una restauración ecológica de forma regular en las áreas con mayor impacto.

Rechazo de la comunidad

Ante esta nueva realidad que se vive en la zona, los habitantes de la región manifiestan un desacuerdo total con la actividad turística, dada la destrucción que han visto y la contaminación generada por los visitantes que transitan sin regulación.

Esto ha significado un rechazo social e incremento de conflictos entre los turistas, el parque y las organizaciones campesinas. Para mitigar esta problemática, dice Ruiz, se debe dar una mayor participación a la comunidad local dentro de la cadena de valor turístico.

De igual forma, considera que de manera transversal a todos los procesos, se debe fortalecer el componente de educación ambiental tanto para empresas prestadoras del servicio como para cada turista, antes, durante y después de cada recorrido.

Sin embargo, no todos los impactos hallados fueron negativos, pues se encontró un incremento de las oportunidades culturales y recreativas tanto para los ciudadanos como para los habitantes de los municipios aledaños.

“Esta evaluación se propone como un instrumento de gestión que contribuye a la planificación turística, tanto para la vocación del parque como para la planificación local desde las comunidades, para que potencialicen las oportunidades de promover la conservación y sus valores culturales”, concluye.